lunes, 1 de diciembre de 2014

Y QUÉ NOS PASA CUANDO ESCUCHAMOS MÚSICA??????

Desde sus inicios, la mùsica ha sido una manifestaciòn innata del ser humano. En su comienzo, podía ser entendida como un simple sonido para cazar o aparearse, después se convirtió en un canto de guerra, posteriormente en un grito de libertad; hasta considerarse como lo que conocemos hoy en día; la manifestación artística del hombre por excelencia.

Desde siempre se ha conocido el impacto que tiene la música en la evolución del ser humano desde su estado Homo Sapiens hasta el ser humano moderno que encontramos hoy en día abarrotando ciudades y construyendo artefactos y piezas que vislumbran el gran crecimiento intelectual que ha tenido el hombre y cómo este ha logrado establecerse en el universo como el máximo director. La música de hecho, se puede registrar gracias al desarrollo del cerebro humano y la escritura de miles de códigos alrededor del mundo que convergen hoy al sistema musical que nos permite reconocer músicas de diferentes épocas, períodos y momentos.


La vida del ser humano se mueve y mueve la música como un elemento esencial que le permite comunicarse y crecer y le ayuda a formar parte activa en el mundo; pero… ¿Cómo escuchamos esa música?, ¿qué pasa cuando lo hacemos?, ¿de qué manera asimilamos el sonido que a diario llega a nuestros oídos?.

Primero, empecemos por lo básico: El Sonido.
El sonido puede ser definido como:. Sensación producida en el órgano del oído por el movimiento vibratorio de los cuerpos, transmitido por un medio elástico, como el aire. (RAE; 2014). Por ende, el sonido representa cualquier cosa que produce ondas que llegan a nuestro oído.

Para hacer una definición de Música, que sería la segunda categoría o término en nuestro orden, podemos tardarnos demasiado tiempo en lograr dar una que no esté sujeta a la subjetividad sensorial del hombre o a la objetividad científica de los libros de texto, por ende la definiremos en Tono, Ritmo e Interpretación Musical.


Por Tono entenderemos como un sonido musical diferenciado, pero es la secuencia organizada de tonos, lo que nos permite reconocer una melodía.
Por Ritmo la organización temporal de la pieza musical que se divide en dos relaciones fundamentales, el fraccionamiento de la secuencia en grupos basándose en su duración; y la extracción de la regularidad temporal subyacente o compás.

Interpretación musical sería entonces la inclusión de diferentes tareas que combinan capacidades y habilidades motoras y cognitivas que conducen al manejo de herramientas corporales para la producción de sonidos.


Para entender un poco qué sucede en nuestro cerebro cuando escuchamos una melodía o una secuencia organizada de sonidos, es importante enfatizar en cada una de estas tres divisiones que establecimos.
Frente a la percepción del tono, lo único que se conoce es sobre la capacidad que tienen ciertos individuos de reconocer a precisión un tono exacto bajo la denominación que su sistema musical le haya brindado. A esto le llamamos “Tono absoluto” y es una capacidad que algunos poseen de forma innata y otros la desarrollan con una incentivación a ello desde la infancia hasta los 12 años.

Los distintos análisis que se pueden realizar sobre la percepción del Tono, implican diversas áreas auditivas que interaccionan con áreas frontales del cerebro, predominantemente el hemisferio derecho.

Refiriéndonos al ritmo, no se involucran únicamente áreas auditivas sino que interactúan el cerebelo y los ganglios basales, el córtex premotor dorsal y el área motora suplementaria, encargadas del control motor y la percepción temporal.
Interactúan diferentes funciones cerebrales y motoras en el momento de escuchar o incluso imaginar la música.


En el caso de la interpretación musical, encontramos diversas funciones en nuestro cerebro que van sujetas a las emociones que tenemos en el momento de producir una melodía o de interactuar con un instrumento o con nuestro propio cuerpo. Por ejemplo en el canto, la producción verbal ya sea cantada o hablada, se dirige por la misma ruta, pero en el caso de la interpretación melódica y su desarrollo, el cerebro dirige estas funciones por rutas diferentes. Cantar requiere un incremento en la actividad motora bilateral, que predomina en el hemisferio derecho.

Para extraer e interpretar el sonido, el cerebro no actúa como una simple grabadora, que recibe la señal y la regresa de la misma forma. Por el contrario, participan diferentes zonas del encéfalo donde se llevan a cabo los procesos de reconocimiento e interpretación, tras la recepción del órgano auditivo y la distribución del estímulo a diferentes zonas de la específica ya mencionada.

Entendamos por consiguiente que:


“El oído es un analizador de ondas sonoras. Cuando se produce un sonido, entra por el canal auditivo, que tiende a amplificar las frecuencias altas (los sonidos agudos). El tímpano vibra y estas vibraciones se comunican a la cóclea, órgano en forma de tubo enrollado donde se alojan las células ciliares. Estas células son como varillas muy delgadas de distintos tamaños. Las más cortas resuenan con las componentes agudas del sonido, las más largas responden a las notas graves, de frecuencias más bajas.” (Delahay; Régules; 2012)


El primer momento en que se detiene el estímulo en el cerebro, se da en el Tálamo, que se encarga de transmitir la señal a la corteza auditiva primaria, quien termina por identificar los dos primeros rasgos de los que hemos hablado en este artículo, el Tono y el Ritmo.

Procedemos aquí a la corteza secundaria, que es la que tiene como tarea el reconocimiento de los aspectos armónicos que se dan en la pieza musical. Aquí se requiere de una interacción de estos rasgos que actúan en las cortezas primarias y secundarias; proceso que sucede en la terciaria que une todos los aspectos que hemos nombrado.


La música, de hecho, no sólo actúa en la corteza auditiva del cerebro sino que también activa otras regiones del cerebro especializadas en tareas muy diversas como el desarrollo muscular en quienes tocan algún instrumento y o las simples pero cotidianas sensaciones de placer en el sexo o la alimentación. Así mismo las regiones especializadas en el lenguaje y las emociones.

Al ser el Lenguaje y la Música sistemas que se desarrollan como elementos sonoros en la mayoría de los casos, la relación que existe entre ellos es innata y coadyuvante entre sí. El desarrollo melódico que hay en una persona que reconoce las cadenas Fónicas de una producción Linguística, no es el mismo en una persona que reconoce melodías y la relación espacio-temporal que en ellas existe. Lo que quiere decir que aunque estén ligadas por su carácter sonoro y en algunos caso innato, no funcionan de la misma forma en nuestro cerebro.


Se reconoce entonces que la corteza auditiva del hemisferio izquierdo del cerebro que es más dado al análisis, es el que desarrolla, comprende y entiende el Lenguaje; mientras que el Izquierdo, más dado a la percepción sensorial, emocional y vivencial, es el que analiza y desarrolla el carácter musical del ser humano, claro está esto no sucede en todos los casos, hay evidencias de que la percepción de ambos componentes del ser humano, Música y Lenguaje, es tan diversa como seres humanos existimos.
Existen diferentes tipos de alteraciones neurológicas musicales en el momento de determinar el carácter de una canción o una pieza musical. Entendiéndose como carácter quizás la intención de una pieza de ser Alegre, por ejemplo, o tensionante; entre otros. Así vemos que a lo largo de la vida, la música marca diferentes tipos de
estímulos que desarrollan momentos y destrezas que convergen junto al crecimiento cerebral y al desarrollo humano.


En infantes, se observa cómo la música estimula sensaciones y melodías que conllevan a la significación del mundo, darle un sentido a una acción, nombrar otra con una melodía, relacionar el amor de madre con las canciones de cuna, los actos traviesos con melodías sinfónicas o incluso la tristeza con el sonar de un violín, son unas de las tantas estimulaciones y procesos que se desarrollan cuando apenas se comienza a vivir y a sentir la Música.


En la adultez, la música puede ser vista como herramienta para el desarrollo de las capacidades y acciones naturales humanas como el cortejo, la alimentación, la guerra, el apareamiento; y viene ella a categorizar la vida del adulto como alguna vez lo hizo el lenguaje en el niño.

En la vejez, el cerebro genera memorias y recuerdos qu




e en su gran mayoría se encuentran ligados a producciones musicales y/o piezas que retratan aquellos momentos que neuronalmente cambiaron el curso de la vida. Aquí la música actúa como un tocadiscos del pasado que revive emociones, momentos y vivencias que construyen el peso histórico que todos tenemos y/o tendremos.


Podemos concluir con la aseveración de que la música es una herramienta, órgano, característica en incluso parte innata del ser humano; y a cuantos seres humanos seamos, igual número de fenómenos encontraremos en su percepción y producción; seguiremos escuchando música, analizándola y conociéndola y sin embargo jamás lograremos determinar con exactitud, qué sucede en nuestra mente al hacerlo.



Bibliografìa:

Sloboda J. The Musical Mind. The cognitive Psychology of music. London.
Oxford University Press, 1985.

Knoblauch A. On disorders of the musical capacity from cerebral disease. Brain
1890;13:317-340.

Peretz, I, & Coltheart, M. Modularity of music processing. Nature Neuroscience
2003;6(7):688-691.

Grant Allen. Note-deafness. Mind 1878;10:157-67.

Ostwald, P. F. Musical behavior in early childhood. Developmental Medicine &
Child Neurology 1973;15:367-375.
BBC RADIO 1. Music as Medicine. 2014 en: http://www.bbc.co.uk/programmes/b04ndlhq

Soria-Urios, Duque, Garcìa Moreno. Música y Cerebro: Fundamentos neurocientificos y trastornos musicales. 2011.

Delahay, Régules. El cerebro y la Música. Revista ¿Cómo Ves?. Universidad Nacional Autónoma de México. 2014.

Diccionario de la Real Academia Española. RAE. Edición 2014.

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