lunes, 1 de diciembre de 2014

LA ÓPERA. ENTREGA HERMOSA DEL BARROCO

LA ÓPERA: Surgimiento de un nuevo estilo dramático.




“Para componer o cantar bien, resulta más importante comprender las ideas y las palabras, sentirlas y expresarlas con gusto y emoción que saber el contrapunto”.(Caccini “ Le Nuvoe Musichez”; 1602)








Es importante resaltar en primera medida, la tradición que posee la música escénica y su condición antiquísima en la sociedad. Desde hace mucho tiempo, la música escénica ha tenido una importante concepción dentro de las artes representativas, puesto que genera un carácter diferente y mucho más consolidado a dichas representaciones y genera sensaciones más vivenciales para los espectadores.

Por ejemplo en el pueblo helénico música escénica representaba una gran intervención en la sociedad; en la civilización romana, hizo su presencia en el teatro; y durante el Renacimiento, la música era parte vital de los espectáculos teatrales.

Sin embargo, cabe anotar que aun cuando la música estaba presente en las artes representativas y hacía parte de un sinnúmero de montajes y propuestas, es con el nacimiento de la Ópera con que se da un punto de partida a una tendencia donde es la música quien más que ser un elemento de acompañamiento, se convierte en el principal elemento de las artes que hacían uso de la representación. Con esto, una revolución tomó lugar puesto que ya no eran el foco
de atención las obras de polifonía y las composiciones con grandes arreglos y maestros; sino surge un estilo propio que consiste en la creación de una melodía y un acompañamiento para esta.

En otras palabras, la creación de cuerpos de múltiples voces, todas con un estado de homogeneización, se transforma en una única que prevalecerá sobre todas y que transformará dicha construcción en un acompañamiento armónico a la melodía líder. Este movimiento dramático vendría a desplegarse por toda Europa en contra de la tendencia a la austeridad y severidad que antes reinaban.

Es entonces este último punto el que podría generar más interés en aquellos que analizan el cambio artístico al paso del tiempo, puesto que la evolución de la Ópera, como fue llamada en Italia y cuyo significado era “obra” (musical) fue de tal velocidad y de tal magnitud que concuerda con lo que muchos historiadores niegan, que es la posibilidad de un cambio repentino (en cierto modo) desligado de todos los cambios previos y evoluciones artísticas que normalmente tienen como constitución un periodo considerable de cambio y un surgimiento de lo que ya existe; lo que en últimas podría ser entendido como un ensanchamiento, un contraste o una variada imitación algo ya realizado.

Así como cualquier cambio histórico es un acontecimiento que tiene su preparación desde mucho antes a su aparición, el surgimiento de la Ópera se da de la misma forma, no sin dejar claro que aun cuando no puede hablarse de una aparición espontánea en la sociedad, su llegada a esta fue relativamente súbita y su impacto y despliegue de igual forma.

Resulta necesario aclarar que el nacimiento de la Ópera no es el mismo nacimiento del drama con canto sino el del estilo musical dramático. Este último se diferencia por aquellos aspectos teóricos y técnicos que hicieron que los componentes escénicos y dramatúrgicos pudieran traducirse en términos musicales.
El término polifonía, que antes del surgimiento de la Ópera en el siglo XV, consistía en la búsqueda de una consonancia entre sonidos y cuya importancia
era homogénea sin tener en cuenta alguna noción de acorde armónico, representaba la tendencia predominante en términos de creación musical. Mientras que con el surgimiento de la Armonía, cuya función era generar una concordancia entre sonidos que pudiesen ser escritos bajo ciertos aspectos técnicos, fue uno de los descubrimientos más importantes en términos de construcción musical, término que hasta antes del siglo XV era ignorado.

La gran diferencia que tenía este nuevo concepto y esta nueva concepción del estilo dramático con aquel que desde la antigua Grecia con las tragedias musicales predominaba, era que este primero estaba sujeto a la construcción técnica de diferentes tipos de mezclas armónicas y de acordes. Además la aparición de diferentes conceptos como el “acorde de séptima de dominante” o la modulación (paso de una tonalidad a otra), son elementos vitales para el nuevo estilo puesto que permiten desarrollar efectos de contraste de sentimientos o furor de pasiones que le dan un color diferente a la interpretación musical y variaciones en acciones.

Sin embargo en sus inicios, la idea de una monodia resultaba para algunos un campo inexplorado y lejos de la tendencia existente, por eso artistas como Orazio Vecchi (1550-1665), continuaron creando comedias musicales siguiendo la misma tendencia de los madrigales, es decir, varias voces, todas con una intensidad similar y un recitador que se encargaba de explicar la pieza, para que esta fuese posteriormente desarrollada por el coro y los instrumentos. La polifonía seguía triunfando; el coro expresaba alternativamente los sentimientos de cada personaje. (A.RIBÓ;1910; Pág 71).





El drama musical moderno, nace de un cenáculo florentino dirigido por el Conde de Vernio Juan Bardi a finales del Siglo XVI, donde varios artistas buscaban encontrar algún estilo que les permitiera desligarse de la sencillez dominante en la antigüedad y generar un color diferente en la concepción de arte; mezclando las artes escénicas directamente con la construcción musical y armónica. Un simple ejercicio de producción espontánea con un aparte de La Divina Comedia, desarrollado por Vicente Galilei, fue el primero en poner en práctica la regla y el ejemplo, y si bien su aceptación por parte de los miembros del cenáculo fue muy grande, el escándalo esparcido entre los músicos antiguos fue impensable. Después de esto, fue el mismo director del cenáculo junto con otros académicos de la música, quienes decidieron establecer y fortalecer las reglas de este nuevo estilo, que ya en los 1560s estaba dando mucho de qué hablar. La primera Ópera fue La Dafne, de Peri, en Florencia en 1597.


El nuevo estilo que con las variaciones o adornos provocaban cosquilleos en quienes escuchaban, según lo decía Caccini, vienen a ser “inventados” o estrictamente fortalecidos para darle un triunfo definitivo por Claudio Monteverdi (1568-1643), quien más que intentar ensamblar la música con un texto poético, pretendía interpretar con su voz los movimientos del corazón; lo que ya en un inicio marca una drástica diferencia entre la voz que interpreta los sentimientos y la voz hablada.
Monteverdi no sólo considera que la música debe expresar los sentimientos de tristeza o paz, sino que debe explorar todos aquellos que al ser humano le conciernen como tal y considera que el odio y el cólera o los movimientos violentos del alma, pueden ser expresados por la voz y la interpretación, alejándose así de la tendencia a los ritmos tranquilos y moderados que existían antes.

Tras este surgimiento de la ópera como una búsqueda de la interpretación humana y la monodia como elemento de uso, esta y sus características empiezan a esparcirse por Italia, donde tras la creación de numerosas salas públicas en Venecia, o en Bolonia la creación de una gran cantidad de teatros, más de trescientas Óperas se representan en este país entre los años 1637 y 1700.
Florencia, Roma y Venecia (donde en 1637 se creó el primer teatro de Ópera de Europa) serían las principales sedes para el desarrollo operístico durante el siglo XVII. (A.RIBÓ; Pág 77)
Gagliano por ejemplo decía que la Ópera le resulta un espectáculo “verdaderamente principesco, más admirable que cualesquiera de todos; porque asocia todos los placeres más nobles: la invención poética, el drama, el pensamiento, el estilo, la dulzura de las rimas el encanto de la música, los conciertos de las voces y de los instrumentos, la belleza exquisita del canto, la gracia de las danzas y de los ademanes, el mismo atractivo de la pintura en las decoraciones y los trajes”.(A. RIBÓ: pág 80)

El punto donde la Ópera encontró su segunda etapa de desarrollo fue en Nápoles, donde Alessandro Scarlatti (1660-1725) compositor italiano más importante del barroco, vivió y creó obras incomparables, que en su comienzo tenían un corte veneciano tradicional en términos de este género, pero que al paso de los años, fue transformando en un estilo diferente, donde esta aparece como unas melodías eminentemente cantables, unidas a una clara armonía tonalmente centrada. (ROBERTSON, STEVENS; Pág 408)

Aquí, se conoció la llamada Ópera buffa, cuyo corte era más cómico y entendible para el público y que entre sus características se encuentran segmentos hablados y escritos en lengua del pueblo, temas cotidianos, y uso de personajes conocidos de la propia comedia del arte italiana. El barbero de Sevilla de Rossini o las Bodas de Figaro de Motzart, son vivos ejemplos de la Ópera buffa.
Una vez fortalecida y consolidada en el renacimiento Italiano, era inevitable que el resto del continente Europeo, imitara cualquier forma artística que pudiese darse en Italia. Además por el componente geográfico y religioso (Católico) Alemania y Bohemia por ejemplo, fueron los primeros lugares en experimentar la Ópera Italiana en sus territorios.

En la sede del Sacro Imperio Romano, en la ciudad de Viena, fue donde la Ópera Italiana alcanzó su mayor importancia en el norte de los montes Alpes. Sin embargo, en términos de envergadura y montaje, es aquí donde se evidencia una gran diferencia con aquella Ópera veneciana, ya que en Viena, obras como Il
pomo d’oro de Cesti, escrita para las bodas de Leopoldo I en 1667, demostraban un despliegue enorme de producción que incluía orquestas más grandes, decoraciones de mayor envergadura y tamaño, mayor número de coros y un número de cuadros diferentes que requerían cada uno elementos únicos para su puesta en escena; diferenciándose esto entonces de aquella sobriedad compuesta de Venecia.


La Ópera llegó a ser muy famosa en el resto de Europa hacia el siglo XVII, por ejemplo en Londres, William Davenant creó sobre una cancha de tennis el Lincoln’s Inn Fields Theatre, donde con la obra The Siege of Rhodes (El asedio de Rodas) en 1656, dio aparición a este género y estilo dramático, aun estando prohibidas las manifestaciones teatrales y los teatros cerrados.
Tras este surgimiento y esparcimiento inmensurable en todo el continente Europeo, la Ópera ganó lugar en la historia como una manifestación rica en construcción, sentimiento, pasión, expresión, representación y despliegue. Si bien, en sus inicios pertenecía sólo a la clase noble y a las altas sociedades, tras el paso de los años su acercamiento a temas de la cotidianidad y jergas o lenguas populares la hicieron más entendible y accesible para el resto de la sociedad, quienes en ella veían el mayor esplendor y la más grande expresión del arte. Su reunión de componentes hizo de ella un concepto interdisciplinar que abarcó los gustos de muchas naciones que en sus territorios decidieron darle paso a la ola que a ellas se vendría.
Mozart con sus veintidós obras de ópera exploró en este género una forma de expresar y manifestar diferentes tipos de condiciones humanas, sus buffas y sus serias se convirtieron en grandes espectáculos que vendrían a recordarse por siglos.


Christoph Willibald Gluck (1714-1787) con sus 49 trabajos reescribe las formas en que la Ópera ha de construirse dejándola con un estilo de clasicismo puro sin extravagancias vocales en donde las palabras pueden reafirmar su supremacía dramática y evitar el uso de elementos que netamente enaltecían a los cantantes y complacían a los compositores, más que generar impacto a los espectadores; dichos elementos eliminados, proveniente s de la Ópera italiana.

Resultaría interminable una lista de compositores y sus aportes a la Ópera puesto que todas sus variaciones y expresiones han cambiado la forma en que esta se lleva a cabo y el modo en que los compositores abordan sus contenidos. Hacia el siglo XIV ocurren nuevas fragmentaciones en términos de estilo y hacia el siglo XX se convierte en una forma de evolucionar los sentimientos de los espectadores con obras como Giacomo Puccini, quien combinó música efectiva (en términos de sentimientos) con dramas que podrían hacer llorar al espectador; en obras como La Bohéme (1896) o Madama Butterfly (1904).

Es una vasta construcción histórica la que comprende el género de la Ópera, si bien sus cambios desde sus inicios han sido notorios en términos de elementos usados en su elaboración o en temas y subgéneros, la Ópera sigue siendo una de las mayores manifestaciones del ser humano artístico y, si bien no constituye una corriente muy consolidada en ciertos lugares del mundo, en aquellos de los que es oriunda, sigue siendo uno de los pilares de las manifestaciones artísticas, deleitando así siglo tras siglo a cientos de espectadores que acuden a ella por la búsqueda de sentimientos a flor de piel y construcciones musicales inimaginables.












BIBLIOGRAFÍA
* “HISTORIA GENERAL DE LA MÚSICA Tomos I Y II” por ALEC ROBERTSON Y DENIS STEVENS Penguin Books Ltd. 1966, 1967, 1968.

* “LA MÚSICA EN EL RENACIMIENTO Tomos I Y II” por GUSTAVE REESE
ALIANZA EDITORIAL S.A. Madrid 1988, 1995

* “HISTORIA UNIVERSAL DE LA MÚSICA” por JESÚS A. RIBÓ.
EDITORIAL PLUS ULTRA, Madrid 1910.

* “THE EARLY HISTORY AND DEVELOPMENT OF OPERA” by VICTORIA AND ALBERT MUSEUM. Available on-line in: http://www.vam.ac.uk/content/articles/t/early-opera/

* “HISTORY OF OPERA” by ROBERT THICKNESSE. Available on-line in: http://www.scottishopera.org.uk/about-opera/history-of-opera

* “TIMELINES IN MUSIC HISTORY: A TIMELINE OF OPERA” by OXFORD UNIVERSITY PRESS (Oxford Music Online). Available on-line in: http://www.oxfordmusiconline.com/public/page/operatimeline
* “DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA” Disponible online en: http://www.rae.es/

Y QUÉ NOS PASA CUANDO ESCUCHAMOS MÚSICA??????

Desde sus inicios, la mùsica ha sido una manifestaciòn innata del ser humano. En su comienzo, podía ser entendida como un simple sonido para cazar o aparearse, después se convirtió en un canto de guerra, posteriormente en un grito de libertad; hasta considerarse como lo que conocemos hoy en día; la manifestación artística del hombre por excelencia.

Desde siempre se ha conocido el impacto que tiene la música en la evolución del ser humano desde su estado Homo Sapiens hasta el ser humano moderno que encontramos hoy en día abarrotando ciudades y construyendo artefactos y piezas que vislumbran el gran crecimiento intelectual que ha tenido el hombre y cómo este ha logrado establecerse en el universo como el máximo director. La música de hecho, se puede registrar gracias al desarrollo del cerebro humano y la escritura de miles de códigos alrededor del mundo que convergen hoy al sistema musical que nos permite reconocer músicas de diferentes épocas, períodos y momentos.


La vida del ser humano se mueve y mueve la música como un elemento esencial que le permite comunicarse y crecer y le ayuda a formar parte activa en el mundo; pero… ¿Cómo escuchamos esa música?, ¿qué pasa cuando lo hacemos?, ¿de qué manera asimilamos el sonido que a diario llega a nuestros oídos?.

Primero, empecemos por lo básico: El Sonido.
El sonido puede ser definido como:. Sensación producida en el órgano del oído por el movimiento vibratorio de los cuerpos, transmitido por un medio elástico, como el aire. (RAE; 2014). Por ende, el sonido representa cualquier cosa que produce ondas que llegan a nuestro oído.

Para hacer una definición de Música, que sería la segunda categoría o término en nuestro orden, podemos tardarnos demasiado tiempo en lograr dar una que no esté sujeta a la subjetividad sensorial del hombre o a la objetividad científica de los libros de texto, por ende la definiremos en Tono, Ritmo e Interpretación Musical.


Por Tono entenderemos como un sonido musical diferenciado, pero es la secuencia organizada de tonos, lo que nos permite reconocer una melodía.
Por Ritmo la organización temporal de la pieza musical que se divide en dos relaciones fundamentales, el fraccionamiento de la secuencia en grupos basándose en su duración; y la extracción de la regularidad temporal subyacente o compás.

Interpretación musical sería entonces la inclusión de diferentes tareas que combinan capacidades y habilidades motoras y cognitivas que conducen al manejo de herramientas corporales para la producción de sonidos.


Para entender un poco qué sucede en nuestro cerebro cuando escuchamos una melodía o una secuencia organizada de sonidos, es importante enfatizar en cada una de estas tres divisiones que establecimos.
Frente a la percepción del tono, lo único que se conoce es sobre la capacidad que tienen ciertos individuos de reconocer a precisión un tono exacto bajo la denominación que su sistema musical le haya brindado. A esto le llamamos “Tono absoluto” y es una capacidad que algunos poseen de forma innata y otros la desarrollan con una incentivación a ello desde la infancia hasta los 12 años.

Los distintos análisis que se pueden realizar sobre la percepción del Tono, implican diversas áreas auditivas que interaccionan con áreas frontales del cerebro, predominantemente el hemisferio derecho.

Refiriéndonos al ritmo, no se involucran únicamente áreas auditivas sino que interactúan el cerebelo y los ganglios basales, el córtex premotor dorsal y el área motora suplementaria, encargadas del control motor y la percepción temporal.
Interactúan diferentes funciones cerebrales y motoras en el momento de escuchar o incluso imaginar la música.


En el caso de la interpretación musical, encontramos diversas funciones en nuestro cerebro que van sujetas a las emociones que tenemos en el momento de producir una melodía o de interactuar con un instrumento o con nuestro propio cuerpo. Por ejemplo en el canto, la producción verbal ya sea cantada o hablada, se dirige por la misma ruta, pero en el caso de la interpretación melódica y su desarrollo, el cerebro dirige estas funciones por rutas diferentes. Cantar requiere un incremento en la actividad motora bilateral, que predomina en el hemisferio derecho.

Para extraer e interpretar el sonido, el cerebro no actúa como una simple grabadora, que recibe la señal y la regresa de la misma forma. Por el contrario, participan diferentes zonas del encéfalo donde se llevan a cabo los procesos de reconocimiento e interpretación, tras la recepción del órgano auditivo y la distribución del estímulo a diferentes zonas de la específica ya mencionada.

Entendamos por consiguiente que:


“El oído es un analizador de ondas sonoras. Cuando se produce un sonido, entra por el canal auditivo, que tiende a amplificar las frecuencias altas (los sonidos agudos). El tímpano vibra y estas vibraciones se comunican a la cóclea, órgano en forma de tubo enrollado donde se alojan las células ciliares. Estas células son como varillas muy delgadas de distintos tamaños. Las más cortas resuenan con las componentes agudas del sonido, las más largas responden a las notas graves, de frecuencias más bajas.” (Delahay; Régules; 2012)


El primer momento en que se detiene el estímulo en el cerebro, se da en el Tálamo, que se encarga de transmitir la señal a la corteza auditiva primaria, quien termina por identificar los dos primeros rasgos de los que hemos hablado en este artículo, el Tono y el Ritmo.

Procedemos aquí a la corteza secundaria, que es la que tiene como tarea el reconocimiento de los aspectos armónicos que se dan en la pieza musical. Aquí se requiere de una interacción de estos rasgos que actúan en las cortezas primarias y secundarias; proceso que sucede en la terciaria que une todos los aspectos que hemos nombrado.


La música, de hecho, no sólo actúa en la corteza auditiva del cerebro sino que también activa otras regiones del cerebro especializadas en tareas muy diversas como el desarrollo muscular en quienes tocan algún instrumento y o las simples pero cotidianas sensaciones de placer en el sexo o la alimentación. Así mismo las regiones especializadas en el lenguaje y las emociones.

Al ser el Lenguaje y la Música sistemas que se desarrollan como elementos sonoros en la mayoría de los casos, la relación que existe entre ellos es innata y coadyuvante entre sí. El desarrollo melódico que hay en una persona que reconoce las cadenas Fónicas de una producción Linguística, no es el mismo en una persona que reconoce melodías y la relación espacio-temporal que en ellas existe. Lo que quiere decir que aunque estén ligadas por su carácter sonoro y en algunos caso innato, no funcionan de la misma forma en nuestro cerebro.


Se reconoce entonces que la corteza auditiva del hemisferio izquierdo del cerebro que es más dado al análisis, es el que desarrolla, comprende y entiende el Lenguaje; mientras que el Izquierdo, más dado a la percepción sensorial, emocional y vivencial, es el que analiza y desarrolla el carácter musical del ser humano, claro está esto no sucede en todos los casos, hay evidencias de que la percepción de ambos componentes del ser humano, Música y Lenguaje, es tan diversa como seres humanos existimos.
Existen diferentes tipos de alteraciones neurológicas musicales en el momento de determinar el carácter de una canción o una pieza musical. Entendiéndose como carácter quizás la intención de una pieza de ser Alegre, por ejemplo, o tensionante; entre otros. Así vemos que a lo largo de la vida, la música marca diferentes tipos de
estímulos que desarrollan momentos y destrezas que convergen junto al crecimiento cerebral y al desarrollo humano.


En infantes, se observa cómo la música estimula sensaciones y melodías que conllevan a la significación del mundo, darle un sentido a una acción, nombrar otra con una melodía, relacionar el amor de madre con las canciones de cuna, los actos traviesos con melodías sinfónicas o incluso la tristeza con el sonar de un violín, son unas de las tantas estimulaciones y procesos que se desarrollan cuando apenas se comienza a vivir y a sentir la Música.


En la adultez, la música puede ser vista como herramienta para el desarrollo de las capacidades y acciones naturales humanas como el cortejo, la alimentación, la guerra, el apareamiento; y viene ella a categorizar la vida del adulto como alguna vez lo hizo el lenguaje en el niño.

En la vejez, el cerebro genera memorias y recuerdos qu




e en su gran mayoría se encuentran ligados a producciones musicales y/o piezas que retratan aquellos momentos que neuronalmente cambiaron el curso de la vida. Aquí la música actúa como un tocadiscos del pasado que revive emociones, momentos y vivencias que construyen el peso histórico que todos tenemos y/o tendremos.


Podemos concluir con la aseveración de que la música es una herramienta, órgano, característica en incluso parte innata del ser humano; y a cuantos seres humanos seamos, igual número de fenómenos encontraremos en su percepción y producción; seguiremos escuchando música, analizándola y conociéndola y sin embargo jamás lograremos determinar con exactitud, qué sucede en nuestra mente al hacerlo.



Bibliografìa:

Sloboda J. The Musical Mind. The cognitive Psychology of music. London.
Oxford University Press, 1985.

Knoblauch A. On disorders of the musical capacity from cerebral disease. Brain
1890;13:317-340.

Peretz, I, & Coltheart, M. Modularity of music processing. Nature Neuroscience
2003;6(7):688-691.

Grant Allen. Note-deafness. Mind 1878;10:157-67.

Ostwald, P. F. Musical behavior in early childhood. Developmental Medicine &
Child Neurology 1973;15:367-375.
BBC RADIO 1. Music as Medicine. 2014 en: http://www.bbc.co.uk/programmes/b04ndlhq

Soria-Urios, Duque, Garcìa Moreno. Música y Cerebro: Fundamentos neurocientificos y trastornos musicales. 2011.

Delahay, Régules. El cerebro y la Música. Revista ¿Cómo Ves?. Universidad Nacional Autónoma de México. 2014.

Diccionario de la Real Academia Española. RAE. Edición 2014.